domingo, 30 de junio de 2019

"El hombre mediocre" de José Ingenieros

El hombre mediocre es un libro que hará inflar el pecho a todas las personalidades que vayan en busca de un ideal, es un libro principalmente dedicado a los idealistas (de quienes separa del idealismo ontológico, el de Ingenieros es más un idealismo ético) que buscan con esmero la consecución de sus ideas, que no se dejan arrollar por la falta de originalidad de las mentes conservadoras y que siempre buscan cambios en la sociedad debido a su originalidad creadora. La definición y el estudio aportado por José Ingenieros respecto de la psicología del mediocre es muy amplio y, he de admitirlo, es difícil no creer con él que este tipo de hombres son completamente mediocres debido a que son aquellos que piensan con el devenir social, su espíritu gregario y vegetativo se contrapone a los mártires intelectuales de todos los tiempos, son el punto medio entre el imbécil y el original, apenas son solo conservadores que restriegan el mundo social actual y que buscan a toda costa evitar que alguien más piense distinto debido a que no comprenden la dificultad que acarrea el saber. Es obvio que las actitudes expuestas por Ingenieros son, efectivamente, ética e intelectualmente mediocres, y he aquí donde vemos que el autor considera a todo lo dogmático con lo mediocre y a todo lo original con el espíritu ético que él busca defender, aún así otorga a la experiencia una razón fundamental en el ideal pero eso se ve en su división del idealismo romántico frente al idealismo estoico, en el primero lo único que cuenta es el impulso creador sin ser relevante en lo absoluto mientras que es la experiencia  la que moldea y contorna el ideal del estoico que al crecer y madurar intelectualmente termina por denotar que los ideales y las expresiones del pensamiento no son más que falibles posibilidades. Ingenieros reconoce en la mutabilidad del ideal y en la tolerancia a los ideales al que ha entendido finalmente el idealismo estoico que es el idealismo del adulto "Es afán de rectificar los propios errores hasta aprender que toda creencia es falible y que los ideales admiten perfeccionamientos indefinidos. Los rutinarios, en cambio, no se corrigen ni se desconvencen nunca; sus prejuicios son como los clavos: cuanto más se golpean más se adentran."
En esta diferencia encuentra Ingenieros una noción de éxito, fama y gloria que resulta de lo más interesante, el éxito es un rumiante pasajero, es la conquista de una bella mujer o el aplauso ocasional de una multitud, la fama es un éxito un poco más extendido en el tiempo y finalmente la gloria es el triunfo entre las élites de su tiempo por un tiempo imperecedero. Se diría que la relación dicha es inversamente proporcional al tiempo, la gloria tarde en desarrollarse en primera instancia pero se mantiene constante mientras que los otros se desinflan y terminan por matar por dentro a quienes alguna vez poseyeron estas capacidades. El éxito y la fama en el pensamiento del autor no son más que formas fútiles que terminan por dejar a aquel que las posee y adora y termina por vivir el peor de los infiernos que es el infortunio de recordar la época en la que se fue feliz.

La definición dada por el autor siempre resulta atractiva al intelecto y nadie puede negar la necesidad ética de evitar a los mediocres, pero por el contrario lo más criticable del autor es el elitismo con el que se maneja creyendo que los espíritus creativos son única y exclusivamente casos aislados, que casualmente siempre están en sintonia con aquellos que tuvieron las mejores oportunidades educativas, yo sostengo, por el contrario, que el "hombre mediocre" de Ingenieros, al ser una muestra de la mediocridad normativa desde un punto de vista ético no estadístico puede ser completamente compatible con una minoría intelectual. Lastima por mí, pero mi sueño no ha sido cumplido jamás en la historia de la humanidad, pero no creo yo que fuera por falta de capacidades biológicas sino por una ausencia de explotación de las potencialidades humanas (como demuestra el hecho que el 75% de los retardados mentales lo sean por cuestiones culturales y educativas), es la falta de una educación que evite la memorización excesiva, que favorezca el desarrollo ético en conjunto al debate con contraposición de ideas opuestas y un aumento y estimulo en las capacidades y cuestiones innatas suscitadas en la infancia de todos los seres humanos. Cuando estimulemos a los niños a resolver las problemáticas y cuestiones que sus pensamientos dubitan, en el modelo educativo actual los profesores únicamente proliferan sin pedir a los alumnos que contrapongan ideas, el debate intelectual, el diálogo, la búsqueda de la verdad no puede llegar sin incitación al cuestionamiento pero nuestras escuelas, por lástima, son dogmáticas y no enseñan a amar verdaderamente el conocimiento científico. Se enseñan las formulas como criterios rígidos que surgen de la nada sin buscar su demostración, su forma de llegar a él, no se nos enseña la enorme creatividad, humanidad y sagacidad que los grandes genios alguna vez tuvieron. ¿Cómo se puede esperar el desarrollo de la creatividad en la más mediocre de las instituciones? Cuando las preguntas de la creatividad son respondidos con dogmas y con mandadas a callar, cuando se enseña por repetición y no por asimilación es cuando el aurea mediocritas termina por reemplazar al hombre creador que es potencialmente casi todo hombre.

En síntesis admitimos con Ingenieros que los hombres caracterizados por él efectivamente son mediocres (aunque pueden cambiar) pero no admitimos el elitismo de que la creatividad está únicamente en los genes de unos pocos hombres privilegiados sino que es una cuestión educativa que estaría en manos de todos si las circunstancias fueran propicias, con la genialidad ya habría otros problemas, pero la creatividad, en principio, es capaz de ser adquirida y disciplinada para ser científica por todos.

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