martes, 29 de enero de 2019

La rehabilitación

Del carácter personal de las rehabilitaciones neuropsicologicas y clínicas


El carácter de la rehabilitación en neuropsicología está bien definido, esta puede ser en algunos casos por remisión espontanea en un periodo corto de los síntomas, la utilización de mecanismos y pautas alternativas que quedaron intactas o sin síntomas graves para un aumento de la capacitación sin reconstrucción neurológica con la correspondiente reorganización de las habilidades cognoscitivas del cerebro, la primera constituye la etapa de recuperación temprana mientras que la segunda una etapa de recuperación tardía (Kertesz, 1988)
Alfredo Ardila señala, así mismo, 7 factores que influyen sobre la rehabilitación
1)      Extensión y localización de la lesión: Hay una correlación negativa entre el tamaño y localización de la lesión con la capacidad de recuperación del paciente, a saber, mientras más grandes y mientras vulnere ciertas partes especificas del cerebro más difícil será la rehabilitación del paciente, principalmente porque deja pocas opciones que podrían ayudar a utilizar mecanismos y funciones alternativas que suplanten los previos.
2)      Edad: La edad influye negativamente en la capacidad de recuperación espontanea, principalmente los más jóvenes y sobre todo los niños tienen una capacidad de recuperación más alta mientras que lo más viejos (al estar cada vez más y mejor especializados lateralmente) se recuperan con más dificultad. Esto se conoce con el nombre de “principio de Kennard”
3)      Etiología: Los traumatismos y las hemorragias presentan mejor recuperación estos pacientes se recuperan mejor que los que sufren accidentes vasculares y tumores cerebrales, en parte porque su promedio de vida es menor. De todas maneras, si el tumor se produce extracerebralmente el diagnostico de rehabilitación es muy plausible, pero si es intracerebral las chances son limitadas. Los accidentes vasculares al ser lesiones estáticas pueden favorecer el restablecimiento, pero imposibilitar, debido a la incapacidad, la recuperación espontanea
4)      Factores temporales: Los accidentes de instalación súbita se relacionan con defectos mayores que los de instalación lenta (Stein, 1989) al primero se le denomina diasquisis la cual implica daños agudos en el área patológica y áreas cercanas, en algunos casos inclusive lejanas, el daño lento en lugar del súbito favorece el reaprendizaje continuo y con correctas intervenciones neuropsicológicas puede ser tratado durante toda la vida sin daño cognoscitivo considerable, por ello las terapias deben ser mejoradas y tomadas en cuenta seriamente.
5)      Tiempo desde el accidente: Si el paciente no permanece en diversas actividades cognoscitivas e intelectuales además de rehabilitadoras el pronóstico empieza a tornarse precario, además la capacidad de remisión espontanea temprana disminuye con el tiempo, se cree que decrece increíblemente al cabo de un mes, pero mediante tratamiento puede conseguirse una remisión espontanea tardía.
6)      Preferencia lateral: Por lo general las personas más bilaterales o con menor rastro de asimetría cerebral (las mujeres y los zurdos, comúnmente) suelen recuperarse con mayor facilidad que aquellas personas con una asimetría más marcada, plausiblemente debido a que la bilateralidad favorece que un hemisferio del cerebro “ayude” o “se encargue” de las actividades que realizaba el hemisferio anterior previamente al daño. De todas maneras, estos factores son polémicos y no siempre es posible demostrar su efecto, por ahora los dejo aquí para que ustedes decidan.
7)      Factores personales: La personalidad, los factores intelectuales, la motivación y la existencia de trastornos asociados
Una vez mostrados los factores relevantes asociados a la mejor rehabilitación hemos de admitir el carácter personal que tienen nuestras rehabilitaciones, hemos de admitir también que, como tomar dos botellas de whisky nunca nos afectan igual a pesar de ser los mismos individuos, nuestro cerebro no reacciona igual a las terapias de rehabilitación en todos los casos, parece que existen leyes que regulan esto pero la capacidad de discernir dichas leyes es tan compleja e involucra factores tan triviales como si el paciente olió una suave brisa veraniega que le recordó sus días de adolescencia antes de ir al neuropsicologo que lo rehabilite, o si olió mierda de perro (esto puede ser explicado mediante el efecto priming) por lo que la capacidad de explicar por qué una terapia no resultó efectiva, por lástima, no nos permite garantizar la efectividad total del proceso aun conociendo sus causales debido a la ciencia cognoscitiva, debemos entonces, prepararnos para la contingencia y recordar que nuestra medicina, si bien trata con patologías, lesiones cerebrales, accidentes cerebro vasculares, etc. De muchas índoles, nuestra labor médica (si se me permite el “nuestra” a pesar de no ser médico, aquí quiero hablar más de la humanidad) es para con el paciente, para con el sujeto que lucha (o no, debido a una determinación consciente, o no) y sufre, y para con sus familiares, jamás nadie que hable de medicina ha de olvidar que su trabajo estriba esencial y fundamentalmente en la salvación y ayuda al humano. Partiendo desde este punto de vista, los recientes avances en rehabilitación neurológica han empezado a tomar cada vez más en cuenta al humano, en lugar de a la patología que nos da asco y nos repugna por su anormalidad, y deberíamos seguir por este camino. Sin embargo, en el presente estado de la cuestión, nuestras capacidades respecto a atender al ser humano son precarias, principalmente en el sentido de que pocos procedimientos de rehabilitación se encargan de recordarle al sujeto todo lo que pierde si no se rehabilita y, primordialmente, todo lo que gana, esto es inútil podrá objetarse, pero bien sabidos los mecanismos neurológicos del cerebro ha de aceptarse que es una realidad fundamental que la mejor disposición al tratamiento puede ser la clave en varios casos, hemos de recordarle a la gente que los médicos no son ególatras que se creen Dios sino personas en una búsqueda sincera de ayudar a otro ser humano y la única forma de convencerlos de esta realidad es primero con el convencimiento en ella y segunda con la actitud correspondiente (y si usted, es médico y no le importan sus pacientes, he de decir que su trabajo será desdichado debido a su incompletud) tampoco puedo decir ni hablar sobre el carácter del médico y el rehabilitador debido a que, repito, no lo soy, pero si encuentro en esta profesión un carácter noble que debe ser resguardado. De todas formas, he aquí dicho y enunciado el principio básico de toda rehabilitación neurológica que quiera asegurar al máximo sus posibilidades de rehabilitación “la disposición y psicología del paciente son importantes y, en algunos casos, fundamentales para la aplicación efectiva y positiva del tratamiento”.  
He de agregar, unas palabras, no para responder preguntas de carácter ético deontológico en el deber médico y neuropsicológico, pero sí para iniciar un debate que creo todavía no ha alcanzado respuestas satisfactorias. La pregunta fundamental de todo aquel que trabaje con “retardados mentales” que son “idiotas-sabios” ¿He de despojar a un genio de sus habilidades y dejar un conjunto de déficits cognoscitivos un poco menos leves o he de obrar dejándolo en su capacidad? Yo creo, que como la mayoría de los deberes de un neuropsicologo clínico, ha de depender del paciente en cuestión y de los déficits cognoscitivos que pueda palear el tratamiento, un balance cuasi-algorítmico que dé, en definitiva, una mejor calidad de vida al paciente, la respuesta debe ser respondida por la ética, y yo no me especializo en ella ni en ninguna materia aquí expuesta, pero de todas formas, la visión humanista de la medicina ha de prevaler ante la visión mecanicista y falta de vida, pero sin desconocer las leyes fundamentales tanto de carácter psicológico consciente como de carácter bioquímico como han hecho algunas pseudoterapias en materia psicológica.

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