Del carácter personal de las rehabilitaciones neuropsicologicas y clínicas
El carácter de la rehabilitación en neuropsicología está
bien definido, esta puede ser en algunos casos por remisión espontanea en un
periodo corto de los síntomas, la utilización de mecanismos y pautas
alternativas que quedaron intactas o sin síntomas graves para un aumento de la capacitación
sin reconstrucción neurológica con la correspondiente reorganización de las
habilidades cognoscitivas del cerebro, la primera constituye la etapa de
recuperación temprana mientras que la segunda una etapa de recuperación tardía
(Kertesz, 1988)
Alfredo Ardila señala, así mismo, 7 factores que influyen
sobre la rehabilitación
1)
Extensión y localización de la lesión: Hay una
correlación negativa entre el tamaño y localización de la lesión con la
capacidad de recuperación del paciente, a saber, mientras más grandes y
mientras vulnere ciertas partes especificas del cerebro más difícil será la rehabilitación
del paciente, principalmente porque deja pocas opciones que podrían ayudar a
utilizar mecanismos y funciones alternativas que suplanten los previos.
2)
Edad: La edad influye negativamente en la
capacidad de recuperación espontanea, principalmente los más jóvenes y sobre
todo los niños tienen una capacidad de recuperación más alta mientras que lo
más viejos (al estar cada vez más y mejor especializados lateralmente) se
recuperan con más dificultad. Esto se conoce con el nombre de “principio de
Kennard”
3)
Etiología: Los traumatismos y las hemorragias
presentan mejor recuperación estos pacientes se recuperan mejor que los que
sufren accidentes vasculares y tumores cerebrales, en parte porque su promedio
de vida es menor. De todas maneras, si el tumor se produce extracerebralmente
el diagnostico de rehabilitación es muy plausible, pero si es intracerebral las
chances son limitadas. Los accidentes vasculares al ser lesiones estáticas
pueden favorecer el restablecimiento, pero imposibilitar, debido a la
incapacidad, la recuperación espontanea
4)
Factores temporales: Los accidentes de instalación
súbita se relacionan con defectos mayores que los de instalación lenta (Stein,
1989) al primero se le denomina diasquisis la cual implica daños agudos en el área
patológica y áreas cercanas, en algunos casos inclusive lejanas, el daño lento
en lugar del súbito favorece el reaprendizaje continuo y con correctas
intervenciones neuropsicológicas puede ser tratado durante toda la vida sin
daño cognoscitivo considerable, por ello las terapias deben ser mejoradas y
tomadas en cuenta seriamente.
5)
Tiempo desde el accidente: Si el paciente no
permanece en diversas actividades cognoscitivas e intelectuales además de
rehabilitadoras el pronóstico empieza a tornarse precario, además la capacidad
de remisión espontanea temprana disminuye con el tiempo, se cree que decrece increíblemente
al cabo de un mes, pero mediante tratamiento puede conseguirse una remisión espontanea
tardía.
6)
Preferencia lateral: Por lo general las personas
más bilaterales o con menor rastro de asimetría cerebral (las mujeres y los
zurdos, comúnmente) suelen recuperarse con mayor facilidad que aquellas
personas con una asimetría más marcada, plausiblemente debido a que la
bilateralidad favorece que un hemisferio del cerebro “ayude” o “se encargue” de
las actividades que realizaba el hemisferio anterior previamente al daño. De
todas maneras, estos factores son polémicos y no siempre es posible demostrar
su efecto, por ahora los dejo aquí para que ustedes decidan.
7)
Factores personales: La personalidad, los
factores intelectuales, la motivación y la existencia de trastornos asociados
Una vez mostrados los factores relevantes asociados a la
mejor rehabilitación hemos de admitir el carácter personal que tienen nuestras
rehabilitaciones, hemos de admitir también que, como tomar dos botellas de
whisky nunca nos afectan igual a pesar de ser los mismos individuos, nuestro
cerebro no reacciona igual a las terapias de rehabilitación en todos los casos,
parece que existen leyes que regulan esto pero la capacidad de discernir dichas
leyes es tan compleja e involucra factores tan triviales como si el paciente
olió una suave brisa veraniega que le recordó sus días de adolescencia antes de
ir al neuropsicologo que lo rehabilite, o si olió mierda de perro (esto puede
ser explicado mediante el efecto priming) por lo que la capacidad de explicar
por qué una terapia no resultó efectiva, por lástima, no nos permite garantizar
la efectividad total del proceso aun conociendo sus causales debido a la
ciencia cognoscitiva, debemos entonces, prepararnos para la contingencia y
recordar que nuestra medicina, si bien trata con patologías, lesiones
cerebrales, accidentes cerebro vasculares, etc. De muchas índoles, nuestra
labor médica (si se me permite el “nuestra” a pesar de no ser médico, aquí
quiero hablar más de la humanidad) es para con el paciente, para con el sujeto
que lucha (o no, debido a una determinación consciente, o no) y sufre, y para
con sus familiares, jamás nadie que hable de medicina ha de olvidar que su
trabajo estriba esencial y fundamentalmente en la salvación y ayuda al humano.
Partiendo desde este punto de vista, los recientes avances en rehabilitación neurológica
han empezado a tomar cada vez más en cuenta al humano, en lugar de a la patología
que nos da asco y nos repugna por su anormalidad, y deberíamos seguir por este
camino. Sin embargo, en el presente estado de la cuestión, nuestras capacidades
respecto a atender al ser humano son precarias, principalmente en el sentido de
que pocos procedimientos de rehabilitación se encargan de recordarle al sujeto
todo lo que pierde si no se rehabilita y, primordialmente, todo lo que gana,
esto es inútil podrá objetarse, pero bien sabidos los mecanismos neurológicos
del cerebro ha de aceptarse que es una realidad fundamental que la mejor disposición
al tratamiento puede ser la clave en varios casos, hemos de recordarle a la
gente que los médicos no son ególatras que se creen Dios sino personas en una búsqueda
sincera de ayudar a otro ser humano y la única forma de convencerlos de esta
realidad es primero con el convencimiento en ella y segunda con la actitud
correspondiente (y si usted, es médico y no le importan sus pacientes, he de
decir que su trabajo será desdichado debido a su incompletud) tampoco puedo
decir ni hablar sobre el carácter del médico y el rehabilitador debido a que,
repito, no lo soy, pero si encuentro en esta profesión un carácter noble que
debe ser resguardado. De todas formas, he aquí dicho y enunciado el principio básico
de toda rehabilitación neurológica que quiera asegurar al máximo sus
posibilidades de rehabilitación “la disposición y psicología del paciente son
importantes y, en algunos casos, fundamentales para la aplicación efectiva y
positiva del tratamiento”.
He de agregar, unas palabras, no para responder preguntas de
carácter ético deontológico en el deber médico y neuropsicológico, pero sí para
iniciar un debate que creo todavía no ha alcanzado respuestas satisfactorias.
La pregunta fundamental de todo aquel que trabaje con “retardados mentales” que
son “idiotas-sabios” ¿He de despojar a un genio de sus habilidades y dejar un
conjunto de déficits cognoscitivos un poco menos leves o he de obrar dejándolo en
su capacidad? Yo creo, que como la mayoría de los deberes de un neuropsicologo
clínico, ha de depender del paciente en cuestión y de los déficits cognoscitivos
que pueda palear el tratamiento, un balance cuasi-algorítmico que dé, en
definitiva, una mejor calidad de vida al paciente, la respuesta debe ser
respondida por la ética, y yo no me especializo en ella ni en ninguna materia aquí
expuesta, pero de todas formas, la visión humanista de la medicina ha de
prevaler ante la visión mecanicista y falta de vida, pero sin desconocer las
leyes fundamentales tanto de carácter psicológico consciente como de carácter bioquímico
como han hecho algunas pseudoterapias en materia psicológica.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario